El árbol nacido en mitad del abismo
Varios pueblos zamoranos buscan airear su identidad
Cuando alguien cae al abismo, lo natural es que intente agarrarse a lo que pilla, es instintivo. Ocurre muchas veces en las películas americanas, que el héroe encuentra en su caída un arbusto bien enraizado y se salva. En la vida real sucede menos. El ámbito rural zamorano está en caída libre, pero sigue manoteando para buscar asideros. Cinco pueblos de Tierra del Vino acaban de encontrar un pequeño árbol con varias ramas en el despeñadero y a él se han asido con fuerza. A ver qué pasa.
Los pueblos son Argujillo, Fuentespreadas, San Miguel de la Ribera, Sanzoles y Venialbo. El árbol se llama Identidad y sus raíces están siendo regadas por un grupo de voluntarios que han abrazado una idea de Timoteo Marcos, el cura de la zona. El objetivo de la iniciativa tiene varias ramas. Una, poner bandeja de plata a quienes quieran conocer los tesoros de estas localidades. Dos, implicar a las asociaciones culturales y sociales de la zona en proyectos comunes. Y tres, clamar por una cultura rural que está dando las boqueadas, pero a la que es posible reanimar.
El proyecto, que podría ser exportado a todos los pueblos de la provincia, cada uno a su manera, no tiene secretos: dar a conocer los valores propios, en el caso de los cinco pueblos de Tierra del Vino, sus iglesias, su historia y sus tradiciones. No tienen nada especial, pero a la vez son únicos y si se hurga, sale a relucir su personalidad, cada uno la suya.
Identidad es como unas Edades del Hombre a la inversa. No es llevar el patrimonio cultural y artístico de la zona a una sola iglesia, es visitar todos los templos, conocer la historia de quienes los han hecho posibles de boca de unos voluntarios que no tienen más intención que “vender” las bondades de sus pueblos. Solo dos ejemplos: San Miguel de la Ribera, la Aldea del Palo, pueblo que debería ser santuario global porque allí vivió Santa Teresa un año y ahí está su rastro; y Sanzoles y su Zangarrón, una mascarada única, un libro abierto con páginas escritas por varias culturas.
La iniciativa es loable y no tiene fondo porque el campo a sembrar es inmenso. ¿Cuántos proyectos culturales pueden acometer las asociaciones de forma conjunta? Un montón. Los pueblos tienen que rebelarse y dejar de pensar en preparar sus propios entierros. Queda camino por andar. Si se dan la mano ocuparán toda la calzada y evitarán la presencia de malas compañías. Nunca es tarde para vivir.
Celedonio Pérez